U8 - El metro de Berlin

No puedo localizaros la ubicación, aquí estaba perdida hasta yo. Una bulldog, ¿que sabe de trenes? Recuerdo el espantoso frío violento adentrándose al metro. Las puertas automáticas se abren y cierran y no pasa nadie. Maldita sea, ¿alguien puede cerrarlas? Los destinos son cuestionablemente comprometidos, porque no solo llegas en uno, tienes que transbordar entre vías, carreteras y gigantes escaleras. Hay una voz grave que grita, avisa y justifica. Me asusta siempre, y mira que estoy advertida. Las personas se sientan alrededor, unas me miran sonrientes y otras odian mi olor. La mayoría van a su rollo, con auriculares, el móvil o miradas perdidas, que yo busco pero no me miran. 
Ayer vi a una señora con mascarilla, se alejaba de mi como si yo fuera veneno, la muy desconocida. Algo está pasando en el mundo. Un contagio universal en forma de pandemia o algo similar. Un virus salvaje azotando carnes. Que tristeza de gente. 
Cuando llegamos al lugar, por fin el tren a evacuar. Y somos tan educados en Berlín, turnándonos, los de dentro primero tienen que salir. Me gusta eso. Así no hay choquetázos, conflictos, ni guantazos. Siempre los viejecitos esperan en el banco, no sé si el próximo tren, a sus nietos o el verano. Desde luego vaya con el transporte público, es muy cansado. 
Ahora ya pasó de cuestionarme o ser descuidadamente hábil. Con agilidad subo a la silla y quién me mire o diga algo le toso encima. 
Aunque mamá me ha comprado una chaqueta y ya tengo mi palestina, prefiero ir libre y suelta, la ropa me pica. Pero si un día me cae la nieve encima no dudaré en vestirme, mientras tanto a lucir mis tripas. Si pudiera elegir un transporte, prefiero los brazos de mi padre, él me abraza entre la gente, me resopla en la oreja y me deja caliente. Si pudiera elegir otro lugar, me daría igual cualquiera mientras esté con mis papás. La verdad me gusta Berlín, su clima es bueno para mí, mi respiración está más sutil, calmada, febril. Mi cuerpo elevado de tonalidad, más blanca que nunca y con muchas ganas de jugar. 
Resumo: No me gusta el metro, pero me aguanto por el trayecto, el que me lleva a un gran parque, a un restaurante o a cansarme. Luego duermo estirada, alargando piernas y dientes, y de los ronquidos que formó la casa parece un reformatorio. Me quieren, los amo y todos respiramos. 
Atentamente una bulldog con suerte.

Comentarios

  1. Ptecioso no sabia que escribias tan bien. Paloma

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  2. A mí tampoco me gusta el metro. Como te entiendo...
    Cuídate mucho. Te envio un beso :)

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  3. Siempre los viejecitos esperan en el banco, no sé si el próximo tren, a sus nietos o el verano (u otro texto para verse en versos 😉)

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  4. los animales viajan en subte? solo los fines de semana puede ser?

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    Respuestas
    1. Pueden viajar siempre pero con un importe. Es un ticket para perros con un suplemento.

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